arzán, el hombre mono
Película de 1981, dirigida por John Derek, con su mujer, Bo Derek y la inexplicable
intervención de Richard Harris (De algo hay que vivir)supuestamente basado en el lpersonaje creado por Edgar Rica Burroughs y que no tuvieron la verguenza de adaptar Tom Rowe y Gary Goddard. La fotografía era del mismo directoy y esposo, tal vez para solazarse con las tomas a su mujer...porque no podemos creer que este tipo haya sentido celos...Cosa que no me parece mal...
Una de las críticas mas bondadosas la encontramos en FILMAFFINITY
Firmada por Pablo Kurt, dice:
El director John Derek adapta libremente la novela de Burroughs añadiéndole un alto contenido erótico de manos (y más partes...) de su bellísima esposa. Fuera de las espectaculares curvas de esta atractiva mujer, la nada. Erotismo de diseño para disfrute de voyeurs en un film masacrado por la críticaDe risa
Por su parte en la parte del web dedicado a los cinéfilos y sus opiniones, sola hallamos una firmada por Julián , que dice:
Es la única película de John Derek que me molesto en poner algo, creo que su cine era tan sumamente malo que pasará a la historia como curiosa basura z imposible de reciclar. Este Tarzán hormonado, es tan patético que cuesta escribir alguna palabra al respecto, difícil es comprender como un gran actor como Richard Harris (supongo que en horas bajas por aquella época) se embarca con este funesto director que parece un voyerista que disfruta viendo como su mujer luce palmito en sus películas mientras otros se la cepillan. Una auténtica mierda cuya única utilidad que se le podría encontrar sería quemar el celuloide con el que se rodó una fría tarde de invierno y no quedarse congelado. Por cierto era tan mala que no recuerdo si llegué a ver el final pues ni me acuerdo de él.
Lamentablemente, no tuve la precaución de buscar el nombre del autor del siguiente comentario, que no tiene desperdicio, como las fotos, de las que nada nos impide gozar.
Tarzán tenía una vinchita robada de algún college y de sus pelos negros perfectamente alisados bajaban gotas enteras de agua por la cantidad monstruosa de glostora. Frente a él, una Jane desnuda y madurona se mordía el labio inferior, como una jovencita templada de la estrella televisiva. Como fondo, algún río africano, unos monos al borde del colapso hormonal y el silencio imposible entre manadas de gnus y gacelas de Thompson.
Corría la década de los ochentas, a inicios, diría, cuando pude ver -escondido- por primera vez esta película promocionada como la versión erótica del mito del hombre mono. Como prueba de tanta efervescencia estaba Bo Derek, la mujer 10, el cuerpo perfecto, el pecado viviente, y otros calificativos que se escuchaban entonces.
El Tarzán de turno era Miles O'Keeffe, un fisicoculturista debutante en la pantalla, que no tuvo mucho talento que ofrecer: su guión se limitaba a emitir gruñidos y el clásico grito de guerra (ni siquiera el divertido amasijo de verbos de Johnny Weissmuller) para no entorpecer el lucimiento del cuerpo de la esposa del director.
Eso era todo. El argumento no existía, el viaje del padre de Jane (Richard Harris) a la selva era apenas un incidente de boy scout, y el encuentro esperado entre la bomba sexual de occidente y el blanco guapo que se apoderó del continente negro se produjo cuando Tarzán se había desmayado por defender a su futura esposa del peligro africano. Y entonces, viene la escena cumbre de la miseria cinematográfica: Jane otea a su alrededor, vigilando las miradas viciosas de cocodrilos y gorilas, mientras con cara de niña-puta observa el cuerpo del rey de la selva, y le roza la pierna con los dedos y le mira el paquete pero no se atreve a tocarlo. Amén.
A continuación, Tarzán se despierta, se lleva a la mujer al centro del río y la manosea como un explorador del Serengetti, como si estuviera estibando cocos en la aduana de Senegal. El resto de la cinta es lo mismo. Tarzán no habla y Jane es incapaz de mantener las ropa un solo minuto sobre su cuerpo.
Lo precioso de esta película es que, debido a la moralina hollywoodense, el director John Derek impuso este impecable y maravilloso diálogo entre Parker (el pobre Harris) y la desarticulante Jane:
- Todavía soy virgen, ahora no sé ciertamente qué está bien y qué está mal. ¿Que dices? - mientras se come un enorme plátano.
- Deberías saberlo tú, ¿no es así? Es un extraño problema.
De inmediato, Jane es secuentrada por Tarzán, lista para sufrir su primera vez cuantas veces sean necesarias para que quede bien enterada. Aunque la película no tiene ninguna escene explícita. Salvo un pequeño escarceo al final de la cinta, casi sobre los créditos.
Algo queda bien en claro. Mirar esa película diez años después, cuando no tenía 7, fue completamente diferente. En ese momento pudieron haberme impresionado un par de escenas, algo que de ninguna manera ocurriría ahora. Es un desastre de película, ciertamente. Pero sí vale la pena aún mirar a la Jane de turno, sobre todo por la maravilla del vestuario.
Volver a verla desués de tanto hizo que entendiera además la casualidad de que John Derek fuera el director de la película donde su esposa provocaba incendios, y sobre todo la dislexia del Tarzán, el pobre muchacho.
Ni siquiera me doy ahora el trabajo de comentar el viejo tema del white man on black heart land. Me daría pena seguir relatando lo ridículo de esta cinta y lo risible de su recuerdo.
DATO 1: La película tuvo el honor de ganar todos los premios Razzie a la peor producción del año 1981. Peor actor, peor actriz, peor director, peor aparición, peor guión y peor fotografía. Bingo.
DATO 2: El cartel de la película lo dice todo: Jane desnuda agarrada a una liana. Ni sombras de Tarzán.
